Howard Philips Lovecraft
“¡Que estoy muy loco, eh!”
Y el muy cabrón, no miente. Dios, el segundo post del blog y ya me he permitido la licencia trolera de insultar al gran Howard Philips Lovecraft “Yo Soy Providence”
Para los que no lo conozcáis, que debéis ser de esos que, cuando van a su tienda de mangas a buscar Mermelada boy, ven un peluche de lo que he llegado a oír: “la tapa de pulpo mutante de ayer plush doll” (que el chiste sea original no te quita el hecho de que seas un gárrulo, amigo anónimo). Este señor que representa a la literatura, la ciencia ficción, y el horror se denomina “El Santo Grial”. ¿Exagerado?
Todos esos mangas y animes vomitivos, como son Urotsukidoji, en las películas de aliens, y en, aunque no os lo creáis, cartas de Magic, en los que aparecen seres gigantescos con grotescos tentáculos con ganas de fiesta, provienen de él, el padre del “Horror Cósmico”.
Haceos una idea, pensad que el mundo es una especie de burbuja alejada del caos que domina en el espacio exterior, lejos de los brazos y de las sonatas repetitivas del caos nuclear euclídeo de Azathot, de los cánticos de los adoradores del sacerdote durmiente Cthulhu, y, mucho menos, alejada de toda esa cosa que se ha denominado “El Necronomicón”.
Durante un sin fin de relatos, H. P Lovecraft nos sitúa en la piel de un protagonista, que, por alguna extraña razón, tiene un tío abuelo, amigo de un vecino de la chacha de un catedrático de la universidad de Miskatonic que controla de Latín o, lo que es lo mismo, de traducción casi simultanea de griego antiguo, MAS, y que, aunque parezca que lo insulto no…
LO ADORO.
Este protagonista se vera envuelto en un expediente X de la época, (lo normal suele ser 1920 para adelante) y deberá, a base de perder su cordura (cosa muy, muy, muy normal cuando se habla de El Extraño Lovecraft), encontrar un rastro de seres impíos y blasfemos que harán que el pida ayuda a grito pelado y tú, como es normal, te pegues capítulo tras capítulo leyendo, si no, probad. Es muy entretenido.
Cosas de Lovecraft:
–El Necronomicón.
“El libro de la imagen de la ley de los Muertos” Se le ocurrió en un sueño.
Un libro, o el antilibro, la pura textualidad, nada concreto, ritos de entierro, abominaciones primigenias, posturas tentacusexuales, anécdotas de nuestro amigo Abdul, y, ¿por qué no? El motivo del mosqueo de Ash Williams.
¿Klatu varada qué?
Se dice que el Necronomicón existe, que en algún viaje a Inglaterra, en una de esas librerías llenas de polvo, en el fondo, en los libros más interesantes, que, por una razón que sobrepasa a mi entendimiento, siempre están al fondo de la susodicha tienda. Y que ahí, debajo de las anotaciones de doctores anónimos, está reluciente, con su tapa negra sin nombre, con un grosor que envidiarían las mesas de noche del mundo, y unas hojas amarillentas que han sobrellevado bien el paso de las décadas, el Necronomicón, a precio reducido, claro, que tendrá sus años, y seguramente esa librería esté de liquidación.
Llegó a tener mucho revuelo, y el pobre señor de los tentáculos, desde su mesona en Rhode Island, comiendo fuet con su mujer en el porche (aunque no lo parezca, sí, el hombre tenía esposa) recibió muchas cartas pidiendo un ejemplar de ese texto maldito, y lo único que supo responder fue un mapa e indicaciones de viejas librerías ya extintas donde se podía encontrar alguna copia a cambio de mucho, mucho dinero, o algún tipo de reliquia.
Pillin.
Tras haber mucho revuelo explico que todo había sido lo que hoy llamamos una “campaña viral” o una “Putada de Épicas proporciones” y que el libro no existía, pero aun asi siguió recibiendo imágenes de señoras enseñando pololos y proposiciones de sexo sin restricciones a cambio de una mera ojeada a su ejemplar… ¿Y qué hizo?
Pillin
Y hasta aquí nuestro repaso a la gente chachi, si creías que Lovecraft venia de sexo, la parodia sexual de WoW, lo siento te han timado como a un primigenio.